El sol empezó lentamente a esconderse detrás de las montañas. Cuando el a buelo se acostó y roncó por segunda vez,la muchacha se incorporó y se levantó de la cama con cuidado de no hacer ruido.Bajó lentamente la escalera con las sandalias en la mano, llevando en la otra un libro de aventuras que le regaló su abuela cuando tenia seis años en el que aparecia ilustrado un dibujo de un muchacho alzando su espada a lomos de un corcel negro apoyado sobre sus dos patas traseras antes de dar comienzo al galope.La punta de la espada señalaba la luna llena, como símbolo del influjo que ésta ejercia sobre la voluntad de los hombres,d´nadoles toda su fuerza. Cerró la puerta de entrada con muchisimo cuidado y vió miles de estrellas centellear en la oscuridad,esta imgen del cielo al anochecer simpre la estremecia por su singular belleza. Sacó la llave del cobertizo y abrió la pesada puerta de madera que chirriba pero estaba a bastante distancia como para que su abuelo no pudise oir el ruido. Echó aceite en el candil y lo prendió. El precioso metal estaba en una cesta cubierto con un trapo,cerca de la fragua. La muchacha depositó un poco para fundirlo y así comenzó su tarea laboriosa que siguió durante semanas. Poco a poco la espada iba cobrando una forma esbelta y delicada.La muchacha trabajaba muy duro pero durante el día no podia dejar que su abuelo la notase cansada asi que con la excusa de pasear se echaba largas siestas en el bosque para recuperar la energia. La penúltima noche de trabajo lo dedicó a confeccionar la empuñadura en la espada y la última, a afilarla con la piedra pómez. Había comprado el material tres dias antes de terminar por completo la espada y lo escondió en un rincón del cobertizo detrás de unas tablas de madera. Durante esos tres días previos al fin de su trabajo no pudo dormir en el bosque por lo que estaba muy cansada, pero su empeño era más poderoso que el cansancio,el fruto de su esfuerzo cada vez estaba más cerca. El primer dia que dejó de dormir en el bosque lo dedicó a recolectar setas sabrosísimas y moras rojas y colmó una gran cesta.Al día siguiente se dirigió hacia el pueblo y se la intercambió a un comerciante desaliñado por cuero y cuerdas de cáñamo. Pero justo antes del trueque pensó que seria necesario una funda para una espada y un cinturón para colgarse la espada y le preguntó al comerciante si podria confeccionarselos a cambio de otra cesta más. Al hombre le pareció una excelente idea y quedaron en verse al dia siguiente.La muchacha le dió las medidas exactas de la funda y el hombre calculó a ojo la medida del cinturón.
_Dime muchacha,¿para qué quieres una espada?Eso es cosa de muchachos.-el hombre se rió a carcajadas dejando ver su maltrecha boca llena de huecos y caries.
Naira se contuvo para no faltarle el respeto.Odiaba la actitud prepotente de muchos hombres con respecto a las mujeres, y se marchó sin decir nada.